lunes, julio 17, 2006

EL CASO DE DOS


Él era un signo de tierra
que se había quedado a pastar
junto a un pequeño pozo en la sombra.

Ella tenía las manos calientes,
pues, de pequeña, se quedó atrapada
mirando la llama que asciende a partir de cera líquida.


Él no se movía de los alrededores,
ya que estuvo perdido algún tiempo
en unas lejanas colinas violáceas.

Ella llevaba una cantimplora metálica
cuando se iba por el mundo de viaje.

El le preguntó su nombre
y ella le dijo donde creía haber nacido.

Si hubieran sabido geografía,
ni ella se hubiera quedado,
ni tampoco él la hubiese seguido.

2 EXTRAÑOS

La primera vez que se vieron
fue en una colección de miradas
que se estaba quedando casi vacía.

Después coincidieron alguna vez
entre observadores anónimos
que circulaban con prisa,
pero como no se conocían
se ignoraron mucho mutuamente,
si no fuera porque sus imágenes
quedaron grabadas en el fondo de sus retinas.

A veces se acordaban
de aquella figura extraña
que parecía querer desgajarse
de la multitud. Era como una llamada,
una voz huyendo de la lejanía.

Ahora ya no se miran.
Además se fueron quedando mudos
sintiéndose.