martes, diciembre 15, 2009

Volando va, volando viene ...

Me gusta mirar las cosas que vuelan.

Mirar los pájaros,
las bolas que suben, (de golf)
los globos
y también los cometas.

Las estrellas todavía están muy lejos.

Solo me faltas tú.

Porque tú puedes volar
en el aire.

Igual que antes.

Quizás ya no vuelas
porque sabes que alguien desde abajo
estará mirándote.

martes, diciembre 01, 2009

TENSION ARTERIAL


Ayer, en la consulta de la doctora Mollejo, se confirmaron las sospechas, es decir, se descubrió que el paciente Pempere (aquí presente) es hipertenso.
Mi corazón trabaja con una presión de sangre excesiva, por lo que tiene que desarrollar mucho esfuerzo y llegado el caso podría fallar.
Contra ello me han recetado un medicamento con el efecto de dilatar las arterias.
De esta manera, por causas externas, se disminuye artificialmente la tensión arterial pero no se ataca la raíz última del problema.

La doctora Mollejo, sin embargo, mediante la aplicación de un sencillo cuestionario intenta revisar mis pautas de comportamiento para indagar en las causas originales y adaptar, saludablemente, mi forma de vida actual con la nueva condición de hipertenso.

-¿Fuma usted?.
-Sí, unos veinte cigarrillos.
-Eso le perjudica, tiene que dejar de fumar

-¿Bebe alcohol?
-Sí, cervezas y cubalibres.
-Completamente prohibidas las bebidas alcohólicas.

-¿Toma café?
-No
-Puede tomarlo sin restricciones.

-¿Le gusta la carne roja, el marisco ...?
-No, prácticamente no como nada de eso
-Bueno, entonces puede tomar todos estos alimentos en la cantidad que quiera.

-¿Toma pan?
-Sí, bastante.
-Ni probarlo.

-¿Drogas: heroína, cocaína, anfetaminas?
-No
-Bueno, en cualquier caso podría tomar todas las drogas que quisiera con entera libertad.

Le pido a mi doctora si hay una regla sencilla para poder recordar cuantas prohibiciones y autorizaciones existen.
Me confirma que la regla es muy sencilla: “Tengo prohibido hacer cualquier cosa que me guste y realice con asiduidad. Cuanto más te guste, más prohibido está. El resto de cosas está permitido”.

No estoy dispuesto a aceptar tanta arbitrariedad e inicio con gran ánimo y convicción mis protestas, pero la doctora Mollejo, con infinita paciencia, me explica cuán equivocado estoy.

En efecto, no es posible que la causa que haya provocado mi hipertensión sea algo que nunca he hecho. Por lo tanto, todo lo que no hago o nunca he hecho, necesariamente, tiene que estar totalmente permitido.

En cambio, lo más probable es que la causa que buscamos sea un hábito frecuente, que provoque cierto placer, de ahí su constante repetición. Por eso se han de prohibir todas las cosas apetecibles.

Me convence completamente mi doctora. La exposición no tiene fisuras.
Trato de buscar en mi interior la raíz del mal. Alguna cosa que me provoque mucho placer y sea la causa de mi enfermedad. No lo encuentro.

Por último, circunstancialmente, le comento a la doctora que me gusta muchísimo ir cada mañana al trabajo, donde disfruto enormemente con las actividades que allí se practican.
Inmediatamente la doctora Mollejo me da la baja indefinida.