jueves, octubre 19, 2006

ENCUENTRO CON ÉL



Al encontrarse durante tanto tiempo solo en aquel cuarto fue prestando cada vez menor atención a los ojos y a lo que le decían los sonidos. Así, desconectado, se sentía más seguro y se fueron aplacando las ganas de marcharse.
¿Marcharse, adónde?, surgió de pronto, como la pregunta que le hubiese formulado un extraño. El sitio, aunque apenas lo veía, le pareció idóneo para recuperarse, sobretodo si se preocupaba de mantener tibia la temperatura corporal abrigándose con la manta hasta la altura del rostro, mientras transcurría el tiempo.
El ojo izquierdo le lloraba y se iba, poco a poco, cerrando cubierto de legañas. A lo largo de la tarde vino una especie de enfermero que se lo enjuagó con una solución de suero fisiológico. Sin embargo, en las curas que él mismo se tenía que hacer la mayoría de las veces limpiaba el otro ojo, el sano, que se quedaba mirando el vacio incluso bajo el contacto blando del algodón.
¿Quién había allí?.
Llegó a pensar que era como una broma, pero la presencia de ese ser de dentro se hacía cada vez más evidente.
Casi todos los conocimientos que durante su vida anterior había poseído, los que siempre había utilizado y le parecían propios, los había aprendido de fuera. En algún sitio, alguna vez, los había oído; alguien se los había dicho, pero, en esta situación, iban perdiendo fiabilidad. Quizás, en alguna ocasión, los había experimentado verdaderamente sobre sí mismo, pero, en estas condiciones valían de muy poco pues el verdadero origen nunca había sido él mismo y ahora la tendencia se había invertido.
El dolor nacía dentro y tenía que encontrar la forma de sacarlo.
El ser de dentro comenzó a respirar fuerte, esforzándose en serenarse. No sabía por qué, pero no le inspiraban ninguna confianza las nuevas imagenes que aparecían sobre sus nuevos ojos inmóviles.

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