sábado, julio 07, 2007

EL SENTIDO DE LA VIDA

El encuentro fortuito que se produjo en la calle principal de Fuencisla de Don Baltasar de la Barrachina consigo mismo ha llenado de paz y armonía todos los rincones de nuestro pueblo.
Después de tantas y tan amargas vicisitudes nos merecíamos esta etapa de concordia que flota en el fresco y luminoso ambiente que respiramos. En el cielo azul intenso destacan nuestros blancos y nubosos colores y los pájaros saludan al sol desde la alegría de sus picos. Parece como si la cadencia de nuestro himno inundara, del derecho y del revés, todo el aire invisible aunque sonoro.



En estas condiciones, los fuencislenses estamos sorprendidos de lo fácil que resulta en este entorno entablar una conversación con cualquier hijo de vecino, otras veces tan esquivos y casi desconocidos. Nos interesan las opiniones de los demás, la visión general que poseen de nuestro pueblo y, sobre todo, las interpretaciones extraídas del análisis de los últimos acontecimientos.
La mayoría de la población, siguiendo el ejemplo de Don Baltasar, está deseosa de entrar en contacto con su íntimo ‘yo interior’ y para ello, como no podría ser de otra forma, se buscan en los sucesos cotidianos y en los lugares que comúnmente frecuentan, aunque, eso si, cada cual sigue su propio criterio o, mejor dicho, el criterio que su ‘propio yo oculto’ le ha indicado privadamente.

Se ha cincelado en la magnífica fachada de la iglesia de Santa Gadea la misma inscripción que hace siglos los sietes sabios de Grecia colocaron en el frontispicio del templo de Delfos: “gnosti te autvn” (conócete a ti mismo), pues el señor cura párroco es muy partidario de esta búsqueda espiritual y así lo demuestra en sus habituales predicaciones, ahora llenas de sutiles indagaciones sobre la naturaleza humana en lugar de versar sobre milagros y crucifixiones, temas extensamente tratados lo largo de la historia con resultados no tan milagrosos. Se ha llegado a invitar a polémicos profesores y otros académicos fuencislenses de palabra fácil a conferenciar desde la tribuna de oradores, en otro tiempo llamado púlpito de las broncas.

¿Quiénes somos?, ¿cuáles son las nuestras verdaderas motivaciones?, ¿nos gusta tanto la caldereta de cordero como creemos?.
Estas y otras cuestiones semejantes ocupan el tiempo y las mentes fuencislenses. Hasta ahora y posiblemente debido a la enormes transformaciones que hemos sufrido parece ser que no nos conocíamos objetivamente y esta nueva etapa de paz y espontánea introspección puede resolverse gran parte de las dudas que desde tiempo inmemorial llevamos arrastrando.

En Fuencisla y gracias al sistema de mirillas, ya superado y en la actualidad afortunadamente a la sombra, hemos vivido apasionadamente muchas vidas, aunque ninguna fuera la nuestra propiamente dicha.
Por eso podemos saciar la curiosidad de cualquier ‘amigo del conocimiento’ que esté indagando acerca de su propia existencia. Podemos dar detalles sobre los sucesos más importante de cada vida: su infancia quizás marcada por su falta de habilidad con el trompo o la pulcritud en el aliño de muñecas, las circunstancias que rodearon el nacimiento de su primer hijo y los sucesos, reales o ficticios, pero siempre escandalosos, que le fueron atribuidos durante su nocturna juventud en el entorno de las atestadas bodegas salvaterreñas... A cambio y en justa reciprocidad recibimos curiosas historias sobre nosotros mismos que se encontraban en el olvido y así, con las aportaciones de aquí y de allá, vamos tomando conciencia de lo que en verdad somos o hemos sido y de la evolución con que el tiempo, demoledor de toda apariencia, nos entretiene.
“Conocerse a uno mismo” es el lema que nos guía, el sentido de la vida y quien nos ha traído a través de innumerables avatares hasta este precioso momento de armonía y búsqueda.

En la plaza de la villa se pasean los pensadores, la mano en la barbilla y la mirada perdida.
Se buscan entre la multitud, en los apartados y solitarios rincones, se mira al suelo, cualquier pequeño detalle puede suponer una pista trascendental para conocer que es lo cada pensador hace, donde está y cuales son sus proyectos inmediatos para, así, poder llegar a encontrarse.
Las casas están medio derruidas por la guerra, escasea el suministro eléctrico pero el espíritu preside este nuevo renacimiento de búsqueda y reflexión. Los rostros son severos dada la importancia del momento pero por los vivaces ojos asoma la profunda y fructífera vida interior que florece ya sin obstáculos.
Don Baltasar se pasea junto a Don Baltasar en amena compañía. Las antiguas rivalidades han dado paso a un productivo intercambio en materias intelectual y económica. Son muy comunes las transacciones de quintales de centeno entre arduos debates acerca del orden natural. El fuencislense común, ante este maravilloso espectáculo, no tiene por menos que conmoverse y con envidia sana sumergirse en el pozo de la búsqueda de su propio ser, una veces por dentro y otras por las esquinas y tabernas.
- ¿Me habéis visto?, preguntan los más impacientes.
- Si, te hemos visto, se le responde, y aún, en este momento, creemos estarte viendo.


Cuánta verdad y cuánto terrible ocultamiento se esconde tras estas sencillas palabras. Miles de frases como ésta, queriendo ser descifradas, llegan cada día al humilde pozo del saber de Fuencisla.

1 comentario:

Mar dijo...

Mismamente como el mundo de los Blogs
¡¡Muchas felicidades señor Asir!!! que venía yo aquí a comer un trozo de tarta y ná... voy a ver si por lo menos me encuentro conmigo misma...
Besosss