viernes, mayo 09, 2008

EL CONSULADO DE ESPAÑA

El Consulado de España en Quito se encuentra en c/ La Pinta, 455, intersección Santa Rosa con Guápulo.
Al ser las calles extraordinariamente largas, una dirección se referencia indicando la intersección de las dos calles principales más próximas para tener una idea aproximada de su localización. Aún así, nos resulta difícil encontrarla.
No lo entiendo, ya que Patricia y su hermana han debido estar allí varias veces para conseguir los papeles que las llevaron a Europa. No lo entiendo, pero tampoco hago preguntas.
Después de varios intentos infructuosos y preguntar varias veces a los amabilísimos viandantes que van corrigiendo nuestra equivocada trayectoria, llegamos a nuestro destino.
La calle está cortada por vallas y no hay circulación de vehículos. Las colas son todavía superiores a las que hemos dejado en el Registro Cívil y aquí no existe ningún porche para resguardase de nada.
Tampoco hay carrito con golosinas, ni fotocopiadora, ni limpiabotas.
El consulado, de momento, está cerrado.

Cinco o seis vigilantes de seguridad con uniformes de color marrón se esfuerzan por mantener un poco de orden, pidiendo a la gente que se coloque en las colas, lejos de las proximidades de la puerta. Al lado de la puerta hay unas ventanillas en la pared. Seguramente, a través de ellas, los ecuatorianos hacen los trámites más multitudinarios.
Los vigilantes, además de guardar el orden, también informan. La cola de los españoles es muy pequeña, por lo parece que pronto podremos entrar. Miro la bandera de España ondear en lo alto. La tercera franja es roja en lugar de morada, pero no me importa.

Para entrar en el consulado de España no están permitidas las cámaras fotográficas ni los teléfonos móviles. Son requisadas, a la entrada, por los vigilantes del control de acceso que las depositan en unos cajones numerados. No deben querer que se hagan fotos.
Una vez dentro hay que dirigirse a nuevos vigilantes que son quienes reparten unos cartones con el número que asigna el turno . Hay tres negociados: Visados, Certificaciones y para otras gestiones, como, por ejemplo, el reagrupamiento familiar. Nosotros vamos a Certificaciones donde hay unas cinco ventanillas a pleno rendimiento. Tenemos el número 24, pero la mayoría de los números faltan, parece ser que no los dan consecutivos.
Mientras esperamos salgo al aire libre para echarme un cigarro. Es un patio pequeño. A la izquierda de la entrada están los servicios y a la derecha la Guardia Cívil, detrás, los negociados y las oficinas del Consulado. Hay árboles y vegetación decorativa. Me gusta el patio, estoy en tierra española.

Un vigilante se aproxima desesperado: “¿Qué hace?, está a punto de llegar la señorita cónsul ”
Le pregunto si tengo que apagar el cigarrillo. Me dice que no, pero que tengo que ponerme en otro lugar. Junto a los servicios, decide rápidamente.
En efecto, enseguida llega una joven vestida con blusa blanca y falda negra saludando a todo el mundo. Entra en el despacho de la Guardia Cívil donde sus saludos se vuelven más afectuosos y asciende las escaleras que llevan al Consulado.
Una vez que ha desaparecido, el vigilante me hace un gesto indicándome que esa mujer era nada menos que la señorita cónsul. Asiento agradecido por la confidencia, apago mi cigarro y vuelvo adentro.

En el negociado de certificaciones del consulado de Quito, la documentación necesaria para solicitar el registro de un matrimonio cívil no coincide con la información que fue suministrada en Madrid. Aquí no hace falta el Certificado de soltería, pero sí es necesario la Partida de nacimiento. Pedro está desolado y nervioso. Tenemos que hacer algo, pero no sabemos qué. Vamos a la Oficina de Visados donde el vigilante encargado, aunque nos da número, nos dice que allí no se puede hacer nada. Nos aconseja que lo mejor es que vayamos a hablar con la Guardia Cívil.

El guardia civil es un tipo más bien alto, muy bien afeitado, muy serio y de unos cuarenta años. Viste el uniforme tradicional donde no se observan galones algunos, aunque por la seguridad con que se expresa parece que se tratara de un prestigioso oficial.
Una breve conversación con él basta para quitarnos toda esperanza. Es necesaria la partida de nacimiento y, aún así, los trámites para obtener la reagrupación familiar y que Patricia pueda visitar España se demorarán entre uno y dos meses. Imposible agilizar los trámites. Imposible seguir otros caminos. Nos miramos y quedamos más que convencidos.

Desgraciadamente, aquí, a diferencia de otras oficinas, no funciona la plata.
¡Qué mala suerte!

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