jueves, octubre 08, 2009

LA CAPILLA SIXTINA


La capilla Sixtina fue pintada en su mayor parte por Miguel Angel, bajo mandato del papa Sixto IV, de ahí su nombre.

En la actualidad, el objetivo que se persigue con la exhibición pública de estas maravillosas pinturas al fresco es "educar" al turista.
Es decir, intentar por todos los medios evitar que el turista hable con su acompañante o haga fotos, las cuales, por otra parte, son sus principales actividades.

La tarea es muy difícil, quizás de imposible cumplimiento, pero para ello se han adiestrado a vigilantes especializados que cuando menos te lo esperas gritan, con muy mala educación por cierto,"NOOO FOTO" y, otras veces, "SSSSSS, SILENCIO".

(Quizás pienses que esto de los gritos son una exageración, pero te aseguro que me quedo corto)

El primer objetivo, en cambio, de un turista indocumentado e insensible al arte, como yo, es descubrir donde están Adán y Dios, la creación, pintura muy famosa ya que aparece en los libros de texto de la educación primaria.


Como hay muchas pinturas no es fácil localizarla y cuando se hace, lógicamente, es necesario comunicárselo a tus acompañantes para que conozcan tu perspicacia.

"SSSSS, SILENCIO". "NOOO FOTO!!!".

Es digno de admirar en esta sala, compendio de belleza, las habilidades del turista visitante para efectuar las fotos prohibidas. Se consigue identificar a los culpables porque son los que miran hacia abajo donde tienen escondida la cámara, ya que los demás tenemos constante y dolorosamente la cabeza hacia arriba, lugar donde se encuentran las famosas pinturas.
Una vez disparadas, sin ton ni son, unas fotos con la emoción de infringir la prohibición, ya puedes dedicarte a admirar las maravillosas obras, aunque esto no es realmente lo que te interesa.
Lo verdaderamente interesante es saber qué parte de la cubierta es una superficie plana y cual está curvada. Es muy valorado entre los turistas quien demuestra un conocimiento, aunque sea aproximado, de estas cuestiones. Naturalmente es necesario comunicárselo al resto.

"SSSSS, SILENCIO". "NOOO FOTO!!!".

Pienso que Miguel Angel, así como Sixto, su mentor, y otros muchos autores del resto de salas pontificias ya conocían en su tiempo las inclinaciones y psicología de mi especie, el masificado visitante actual. De esta manera, además de pintar desnudos a diestro y siniestro, se preocuparon de confundirlo. Cuando una superficie es plana se pinta un dibujo para que parezca curva y viceversa. Del mismo modo, en el techo se colocan relieves y también se confeccionan figuran planas que parezcen esculpidas (trampantojos).

Enfrascado en estas cuestiones geómetricas tan importantes, los aleatorios gritos amenzantes "NOOO FOTO" me provocan intensas sacudidas nerviosas. Me siento inseguro y en peligro pero, por otra parte, tengo que conmoverme ante estas espléndidas obras artísticas, además, como hay tantas, no se sé a cual de ellas se debo admirar más y mejor.

En la sala, por otra parte, tengo que estar bastante tiempo para apreciar en su justa medida las magníficas obras, cumbre del arte renacentista, así que otra ocupación, no poco importante, consiste en procurarme uno de los poquísimos asientos disponibles. No puedo indicar método alguno para la consecución de este brillante objetivo, ya que todos mis desesperados intentos resultaron vanos.

Conforme el turista se va aclimatando a los gritos y a la belleza, se produce en él una identificación con los esforzados vigilantes, prestándoles voluntariamente ayuda. Son muchos los turistas que, en ocasiones, gritan

"SSSSS, SILENCIO". "NOOO FOTO",

no se sabe si por pura diversión o por probar hacerlo con la misma violencia que los vigilantes.

El ambiente resultante que se respira en este santuario de belleza y brutalidad concentrados ya no es posible imaginar.

Tanta belleza y tanto griterío unificados consiguen alterar los estados de la conciencia. Es posible creer que se ha llegado al paraiso y también, al msimo tiempo, al infierno.
La tierra, la gloria y los tormentos eternos tienen en la capilla Sixtina su punto de encuentro.

Es digno de alabanzas quien haya dispuesto esta colección de instrucciones acerca del número de sillas, el tratamiento dado a las fotografías o el grado de silencio que se debe guardar en la capilla Sistina.
Si ha sido el Máximo Pontífice, queda probada su infalibilidad.

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