miércoles, octubre 07, 2009

ROMA, CIUDAD ETERNA

Roma, la ciudad eterna, se llama así porque no tiene fin, es decir, nunca termina.

Se entiende, que nunca termina (de verse).

En efecto, se puede comprobar en cualquier lugar, los Musei Vaticani o en el Palatino + Foro Romano, por ejemplo. Por mucho que te esfuerces, siempre te dejarás la visita a medias. Por rápido que vayas, por mucho que te saltes obras, salas o edificios enteros, llega un momento en que el cansancio te vence, así que lo mejor es abandonar, irse a algún sitio a descansar y volver luego con nuevos ánimos, si se puede.
Se comprueba así, después de varios intentos, que no solo la ciudad, sino también sus museos son eternos.

De esta manera, Roma, hay que visitarla por etapas incompletas.

Es un cansarse y un descansarse continuos. Inicias la visita completamente extasiado con los primeros monumentos, los primeros encuentros con la ciudad y va disminuyendo el estusiasmo conforme avanza la fatiga que por fin se impone. Después de una etapa de descanso y recuperación, proporcional al cansancio acumulado, el ciclo se repite indefinidamente.
Es un cansarse y descansarse, un caer y renacer continuos. No es de estrañar que Italia sea, por ello, la cuna del renacimiento.


Roma inició su existencia hace siglos, incluso milenios, pese a ello y de acuerdo con su esencia no finita, todavía se encuentra en permanente construcción y reconstrucción.

"Las antiguas ruinas coexisten con las modernas".

Como columnas y edificios antiguos están, obviamente, muy deteriorados por el tiempo. Se puede decir también que no tienen fin, puesto que se encuentran incompletos. De esta manera, la esencia no finita de la ciudad y de sus museos se encuentra imbuida en cada parte, en cada uno de los elementos que le dan forman.

Las construcciones actuales también se deberían dejar a medias con objeto de adaptarlas del mejor modo posible al magnífico entorno y a su idiosincrasia, así, además, se respetaría fielmente las dotaciones presupuestarias iniciales.
De esta manera, podríamos hablar con propiedad también de imponentes ruinas actuales.

Todo en estado ruinoso, incluso el turista visitante, a quien, poco a poco, el cansancio va doblegando y venciendo, llegando muy desgastado a su domicilio a última hora de la tarde, por fin, completamente desmoronado.

Con el nuevo día, todo resurge, renace, vuelven los ánimos y se vuelve a descubrir la belleza de cada rincón semiterminado, en pura degradación.
Así por los siglos de los siglos en la ciudad eterna.

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