lunes, agosto 07, 2006

PREMIO ÚNICO



Cuando a Henar le tocó la lotería se puso muy contenta y como no sabía muy bien lo que tenía que hacer, hizo lo primero que se le ocurrió que fue subirse a la terraza y ponerse a bailar. Allí fue anocheciendo y como se le había olvidado la música abajo estuvo bailando mirando a las estrellas hasta que parecida a una de ellas se fue quedando dormida, como si fuera un sueño.

El día siguiente no llegaba (las noches en una terraza suelen hacerse muy largas) y la cabeza de Henar, a causa de la excitación que provocan los deseos largamente anhelados, empezó a impacientarse, llegando incluso a dudar que la fortuna le hubiera sido tan favorable. Como su cabeza se impacientaba, Henar le encargó varios ejercicios. El primero consistía en meditar acerca de lo que, en estos casos, resultaba conveniente hacer. Y la verdad fue que tuvo mucha suerte, ya que enseguida, mucho antes de que lo tuviera resuelto completamente, se hizo de día y pudo ponerse manos a la obra.

Estas eran las actividades que la cabeza de Henar, en su análisis, había dispuesto ejecutar de manera secuencial durante la mañana siguiente :

  • Bajar de la terraza
  • Bajar al baño y lavarse
  • Desayunar leche con miel y tostadas
  • Deshacer la cama
  • Comprobar que el billete de lotería existía
  • Bajar a la calle y comprar el periódico
  • Comprobar que el número del billete de lotería coincidía con el número premiado que viene en el periódico
  • Ver el premio que le había correspondido y apuntarlo en un papel.
  • Almorzar té con limón y galletas saladas
  • Ir a donde tuviera que ir para que le dieran el premio.

No obstante, como ya era muy rica, Henar se dio cuenta que no tenía por qué seguir instrucción alguna por mucho que hubiera sido su cabeza quién la hubiera decidido, así que trastocó los planes y se quedó en la terraza sin querer bajar.

Mientras, en el piso 3º-A había un terrible revuelo. Se descubrió que Henar no había pasado la noche allí, debido a que nadie la había escuchado lavarse y, además, para colmo, su cama no estaba deshecha. Se pusieron a buscarla por todos los sitios, sin resultado.

Llamaron a todas sus amigas, en casa de las cuales, en ocasiones especiales, fingía irse a dormir cuando en realidad se iba a dormir a otro sitio.

Como sus amigas no estaban avisadas, no sabían bien qué decir y se inventaban excusas inverosímiles que, únicamente, provocaron un gran desasosiego en el ánimo de su enormemente desgraciada abuela, que era quien más la quería, aunque no solía demostrárselo.

Estas fueron las excusas que, desde el más puro desconocimiento, inventaron en cuestión de breves segundos las amigas de Henar:

Eva: Henar había dormido en su propia casa, pero, a la hora de marcharse, se había quedado encerrada en el ascensor con otra amiga. En pocos minutos llegaría el técnico y las rescataría.

Laura: Al día siguiente tenían un examen de Ciencias Sociales y Henar se había quedado a estudiar toda la noche con una amiga cuyo nombre no recordaba. Si querían encontrarla debían ir al instituto a las 12:00, hora del examen.

María: Henar había salido de su casa hacía unos cinco minutos. Iba en un taxi. Si el tráfico no presentaba problemas, estaría a punto de llegar.

Cuando estaban a punto de llamar a la policía, a Henar le dio por bajar de la terraza y confirmó lo que realmente había ocurrido. En efecto, había estado estudiando Ciencias Sociales en casa de Eva, quedándose encerrada con María en el ascensor, a la cual, después del susto, había acompañado en un taxi a su casa.

También les dijo que le había tocado la lotería y que ahora se iba a cobrar el premio, aunque a esto último nadie prestó atención, no se sabe si porque no se creyeron nada o únicamente esto último.

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