viernes, abril 27, 2007

LAS COORDENADAS ESPACIO-TEMPORALES

Una vez contabilizado el numeroso arsenal que poseía el ejercito de Fuencisla debido, tanto a la extendida afición por la caza como a las reservas pirotécnicas para agasajar a Santa Gadea, el comandante Salvador Buenavista era consciente de que el principal problema que debía afrontarse era la formación de la clase de tropa. En connivencia con su alto estado mayor diseñó el programa a seguir basado en un modelo mixto, teórico-práctico, de algunos días de duración, que abarcaba en idénticas proporciones las enseñanzas clásicas y las necesarias innovaciones que imponía la tecnología. Como quien dice, con cuatro días de instrucción intensa la tropa estaría ciento por ciento operativa.
Dos eran las principales dificultades que encerraba este modelo. Por una parte, para no levantar sospechas en el enemigo, ya que se juzgaba imprescindible el factor sorpresa, se debían manejar armas y explosivos sin producir ningún ruido y por otra, era necesario actuar sobre el tiempo, ya que por muy desorganizados que se encontraran los zapadores no podían esperar tanto para lanzar su ataque.
Al estar situado el pueblo de Salvatierra en tierras vascas, con buen criterio, el comandante decidió, mediante una llamada al diario Gara, incrementar bruscamente las acciones de kale borroka en el municipio donde, por otra parte, nunca habían existido. Disponiendo pues de esta excusa, los reclutas fuencislenses, en grupos reducidos, se introducían a través de sus pasadizos entre la población vecina y siguiendo unas complejas señales de sincronización, basadas en el olvidado código morse, que el comandante efectuaba desde su puesto de observación situado en el campanario de Fuencisla, realizaban sus prácticas de tiro, utilización de fuego real y retirada.
Con estas actividades el índice de popularidad del comandante, sobre el cual cualquier liderazgo consistente debe estar basado, aumentó hasta cifras difícilmente expresables incluso usando notación exponencial o logarítmica.
En efecto, los fuencilenses siempre habían deseado hacer lo que ahora, y solo como un ejercicio de aprendizaje, estaban haciendo en el pueblo vecino. Rompían escaparates, quemaban cajeros, contenedores e incluso algún autobús y, todo ello lo hacían por amor, el amor que les habían inculcado y vivamente sentían hacia estas tres letras: F.L.P.
El sagaz cuerpo de policía de Salvatierra observó cómo estas conductas desordenadas, según las calificaban los nacionalistas, se producían coincidiendo con incomprensibles toques de campana procedentes del punto donde otrora estuviera el campanario de Fuencisla pero, al haber desaparecido el pueblo vecino, tuvieron que abandonar, aunque a disgusto, las investigaciones.
Al problema del tiempo, físicamente más complejo, se le dio una sagaz solución científica. Como todo el mundo sabe, el día está dividido en tres partes de unas ocho horas: mañana, tarde y noche, y la semana de siete días en otras tres: inicio, centro y fin de semana. Considerando que el tiempo es relativo, según enseña la teoría general de la relatividad, ordenó el comandante Salvador de Fuencisla, que ya había renunciado a su apellido paterno en beneficio de la misión a la que se había entregado, recortar en una cuarta parte los péndulos de todos los relojes. De esta manera, el movimiento de éstos se aceleraba en una proporción de seis a ocho (las tres partes actuales del péndulo se correspondían a las cuatro partes antiguas), de manera que un día estaba formado por tres partes de seis horas cada una y una semana, es decir siete días fuencislenses, venían a tener una duración equivalente a media semana según el calendario juliano, teniendo en cuenta que la parte última, es decir, el fin de semana, se había suprimido completamente.
Fuencisla entraba así en una dinámica temporal extraordinariamente productiva de manera que la formación de la tropa quedaba plenamente garantizada en el mínimo tiempo posible.
Si el lector no es aficionado a los números le parecerá más que suficiente la justificaciones arriba indicadas, sin embargo si, en contra de lo que una mínima sensatez aconsejaría, realiza concienzudamente las operaciones indicadas sin obtener los resultados esperados, debe pensar que ha de trasladar sus cálculos a nuestro sistema de referencia o bien trasladarse a Fuencisla mismo para efectuarlos, cosa que, tal y como transcurre aquí el tiempo, rodeados como estamos de nieve por todas partes, desaparecidos y en vísperas de un enfrentamiento armado, sinceramente, no le recomiendo.

2 comentarios:

Mar dijo...

pues me voy a quedar sin saber cómo se mide el tiempo fuescinlense. A ver si me preparo una nave espacio-tiempo con reloj pendulado recortado y me traslado sin falta a Fuencisla. Voy desempadronándome de aquí...

Vitore dijo...

Por culpa... bueno, gracias a thalatta, me he empapado estos últimos munutos de estas historias de Fuencisla tan divertidas como verdaderas... exista el pueblo o no. Abrazos.