miércoles, mayo 02, 2007

LOS OJOS Y LOS OIDOS DE FUENCISLA

Lo primero que se ve al llegar a Fuencisla es, a la izquierda, un labrador arando sobre su tractor la baldía nieve y , en la misma entrada al pueblo, una mujer que tiende incansablemente la ropa blanca y un albañil encaramado sobre una escalera repasando con su brocha pequeñas imperfecciones en la pintura.

Son como complementos animados que adornan permanentemente la entrada a la ciudad

Un viajero circunstancial que visitara el pueblo, encontraría normales estas actividades, sin prestarles la menor atención, pero nosotros sabemos que no es así.

La limpieza de uniformes, como el encalado de fachadas y el cuidado de la nieve, son fundamentales para la defensa de Fuencisla. Cualquier pequeña mancha de tinta, sangre o grasa descubriría de inmediato, bien al combatiente, o bien la construcción defensiva, inmersos como se encuentran en este entorno nevado.

Ha sido necesario desempolvar los antiguos trajes de primera comunión para adaptarlos a su nueva función militar. La pulcritud con la ropa y el abastecimiento de detergentes, cal y lejía son funciones primordiales en retaguardia. En la actualidad, varios astroquímicos fuencislenses, en estrecha colaboración con empresas multinacionales del sector, se esmeran en la obtención de fórmulas ultrablanqueadoras y componentes activos con resultados verdaderamente deslumbrantes.

Hoy en día, puede decirse sin temor a equivocarse que es en Fuencisla donde se lava más blanco.

Hombres y mujeres que amáis la pureza, jugadores del Real Madrid, novias dignas de la máxima belleza, sábanas gitanas, ¿por qué conformarse con un blanco vulgar, cuando vuestras vestiduras y con ellas vosostros mismos podéis brillar igual que los reflejos del sol en los espejos?

Subid en aeroplanos, observar las fotografías de los satélites espaciales y veréis cómo Fuencisla, pese a sus múltiples penalidades, brilla entre todos los lugares de la Tierra, confiriendo al planeta un luminoso punto admirado desde lejana galaxias donde la vida inteligente aún no ha conseguido, ni siquiera en sus sueños, sobresalir de este modo tan preeminente.

Muy pronto la humanidad entera podrá disfrutar de estos hallazgos para su completa dicha, pero por el momento hemos de reservarlos como secreto militar para confudir al enemigo.

En verdad, que todas estas grandes ventajas y hallazgos bastarían para justificar la presencia constante del tractorista, la lavandera y el pintor en sus puestos de observación, pero los fuencislenses sabemos que sus funciones son mucho más importantes.

En nuestra ciudad es fácil encontrarse con electricistas reparando siempre la misma bombilla, vendedores de la ONCE que nunca han tenido problemas de visión, ni jamás han vendido un solo décimo, amas de casa que deambulan constantemente en un circuito cerrado de tiendas, supermercados y salas de juego y, en fin, un sinnumero de ocupaciones similares.

Son los ojos y los oídos de Fuencisla, pertenecen al servicio de información. Todos pertenecemos al servicio de información.

Cualquier detalle que se observa es rápidamente elevado al conocimiento de la central de datos, donde se relacionan los acontecimientos e inmediatamente se presentan las conclusiones directamente en las oficinas del Estado Mayor.

En cualquier situación que se preste, los funencislenses estamos adiestrados en las técnicas del contraespionaje. Se han instalado mirillas en las puertas y paredes, en el interior de los pasillos subterráneos, en las esquinas, en los campamentos móviles, incluso existen mirillas portátiles. Cualquier lugar puede convertirse en un punto de vigilancia y obtención de información secreta siempre que su campo de acción sea interesante.

Cada mirilla dispone de un dispositivo óptico con regulación de enfoque y de aumentos. No ha sido necesaria ninguna inversión adicional en infraestructuras para financiar este potente sistema de espionaje, pues las mirillas han estado instaladas desde siempre, solamente se han reemplazado sus antiguas funciones y ubicaciones civiles por los nuevos objetivos de inteligencia militar.

Que los ojos y los oídos de Fuencisla se encuentren alerta en todo momento es importantísimo, no tanto para descubrir y atajar posibles acciones del enemigo de las que nada tememos, como para realizar una labor de introspección y apoyo mutuo.

Espiaos los unos a los otros, así es como nos anima nuestro comandante, y espiadme a mí mismo. Sólo quien conoce la profundidad del ser humano, puede amarlo completamente y, en la contienda, quienes se aman más generosamente son los dignos de victoria.

Nosotros, siguiendo sus enseñanzas, renunciamos a la vida privada en pos de conseguir un libertad más grande , la libertad de todo nuestro pueblo.

Imagínense que alguien se encuentre aquejado de gripe, que el frío y el contacto con la nieve helada haya provocado la congelación de algún dedo o esté disgustado por cualquier otro motivo. Es necesario reconfortarlo, hacerle sentir que el conjunto del pueblo se encuentra a su lado, que le proporcionaremos los cuidados y consuelos que necesita y, mientras sana, se le asignará una misión aislada para evitar irremediables contagios.


1 comentario:

Mar dijo...

Esto viene a ser como los blogs personales, oye... al aire todas las intimidades ¡y sin espionaje ni nada!