DOLENCIA MUSCULAR
Nadie me había alertado de lo que era una consulta “multiactiva”, es decir, donde el diagnóstico se obtiene a partir de pruebas y análisis “in situ”, así que, como era la primera vez que acudía, iba completamente desorientado. Llegué antes de tiempo y una especie de enfermera, muy simpática, sin parecer esforzarse en serlo, me atendió al llegar. Le expliqué mi caso por encima, un pie que se quedaba "dormido", con pequeños calambres, cuando me encontraba inactivo en ciertas poisiciones.
Muy bien, debe ser de la circulación de la sangre. Como en la sala de espera había otro paciente con una dolencia similar a la mía, empezarían enseguida a tomar datos. La enfermera nos presentó. Por lo visto íbamos a seguir la terapia en común. Mientras el doctor disponía de tiempo, debíamos contarnos el uno al otro nuestras respectivas dolencias y cómo creíamos de se deberían resolver. La conversación se estaría grabando. Los datos que se recogen en el inicio son de vital importancia ya que no están influenciados por ninguna de las pruebas posteriores, nos advirtió la enfermera, para que fuéramos tan sinceros como nos fuera posible.
Mateo, el otro paciente, según contaba, no era capaz de doblar la rodilla izquierda tanto como la derecha, por lo que sus andares no eran simétricos. Si continuaba así posiblemente derivaría en una lesión de columna. Para resolverlo, me dijo, se podía mediante un mecanismo limitar el movimiento de la rodilla sana pero él prefería dotar a la otra del movimiento normal.
Iba yo a contarle lo de mi pie, bastante mosqueado, por cierto, pero me dijo que no: como yo era nuevo en esto no conocía las normas, ya que antes de revisar un segundo caso teníamos que formarnos una opinión conjunta sobre el primero. A mí, me parecía bien su planteamiento y no tenía mucho que añadir, pero Mateo no estaba del todo convencido. Me hacía preguntas sobre su rodilla, sobre las formas de andar, se levantaba y ensayaba cada movimiento... En resumen, que estaba yo allí, recién llegado, sin saber absolutamente nada de medicina, intentado convencer a un enfermo, basándome en los disparates que de buenas a primeras se me iban ocurriendo, que el mejor tratamiento posible para él, era justamente el que él mismo había dicho antes. De locos. Como la cosa no avanzaba, entre medias, Mateo me contaba el funcionamiento tan vanguardista de estas nuevas terapias y la total fe que dispensaba al doctor y a sus procedimientos. Son los más avanzados de Europa, fue lo que dijo, sólo comparables a los del Instituto Clínico de La Habana y, por supuesto, a los aplicados, ya en fase extraexperimental, en el Japón.
Por fin, Mateo descubrió algo en su rodilla enferma que lo convenció de manera tajante para ejercitarla. Sin duda, en breve, estaré completamente recuperado, concluyó.
Había llegado mi turno. Le miré de arriba abajo, pero Mateo seguía sin inspirarme ninguna confianza. Le expliqué, no obstante, lo de mi pie y como terapia propuse un par de semanas de reposo y recuperación. Pareció conformarse con mi criterio e incluso lo apoyó con algunas observaciones, pero cuando menos lo esperaba se le ocurrió la teoría de la intervención quirúrgica. Era muy sencillo. Se abría a la altura de no se qué huesos y se exploraban los tendones para disponerlos en la posición correcta.
Iba yo a replicar que no estaba dispuesto en absoluto a operarme, cuando a través de la Megafonía se anunció mi nombre completo. Mateo me indicó que debía de dirigirme a la sala que se encontraba al final del pasillo, hacia donde me encaminé. Enseguida apareció la enfermera, cuya sonrisa se había desvanecido, indicándome que debía seguirla. Entramos en una especie de sala de intervención decorada completamente en blanco donde dos camillas se alineaban en paralelo. Cuando estaba cerrando la puerta, por el fondo, observé como traían a Mateo en una silla de ruedas.
En las intervenciones multiactivistas dobles suelen obtenerse resultados extraordinarios. Mateo y yo fuimos tratados en paralelo con evolución óptima de ambos.
La sana competencia o competición que se establece entre los enfermos potencia la recuperación, incrementándose el nivel de calidad de la sanación y disminuyendo el tiempo de convalecencia.
Si a esto se añade la tarjeta sanitaria por puntos (cada vez que enfermas te quitan puntos y cuando te recuperas, según el tiempo invertido, se van sumando) el nivel de salud aumenta exponencialmente.
Me recuperé, tras dura pugna, antes que Mateo, pese a su larga experiencia (3-2, despues de la prórroga). En la actualidad, tras unas cuantas competiciones sanitarias más, me encuentro en semifinales de la división de "Traumatología: recuperación de extremidades". Como se ve en la imagen, a falta de dos días, voy ganando por 6 a 2. Se puede decir que el año que viene ascenderé a primera división de profesionales: "Cirugía estética".
Ya os contaré como me va en la división de Honor. El objetivo en principio es la permanencia dentro de la categoria, pero no renuncio a nada. Yo creo que podré mejorar bastante: mentón, narices, liposuciones... Quien sabe, puede que el año que viene me encuentre en competiciones europeas.
4 comentarios:
oye... esto me ha dado miedo... ufff...
He debido expresarme mal, Thalata. Amplío lo que en realidad me ha pasado para ahorrarte preocupaciones.
Un saludo.
mucho mejor ¡dónde va a parar! estoy por ir y ver qué me dicen de una dolencia de corazón, un defecto de empatía y el lacrimal sensible ¿tendrá solución?
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