jueves, enero 18, 2007

ANOCHE EN LA LLUVIA



La lluvia apaga las cosas. La noche las pierde.
Pero el calor propio de cada cosa se opone tanto al ritmo de la lluvia, como al color de la noche.
Las cosas ya no son blancas, no obstante se juntan en lugares ahora húmedos como cuevas, donde esperarán perdidas los primeros rayos del día siguiente.
En las noches de lluvia, sus últimos colores se desvanecen cuando están todavía humeantes.
Las cosas como los paraguas son negras y brilla su oscuridad sobre las cabezas rápidas de transeúntes recogiéndose.
En un rato, llueve sobre nadie o sobre nada.
La calle es del agua y de las farolas, que se han hecho más pequeñas o se han ido más lejos.
Las ventanas no miran, los cristales están casi cerrados. El aire resuena por las ramas y también por las puertas pero ya nadie se quiere dar cuenta. Hace tiempo que los búhos huyeron de la ciudad arrastrando sus ojos antes de las primeras ráfagas.
Todo está conforme. Ya puedo.

Es el momento de salir de este largo encierro.

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