miércoles, mayo 30, 2007

LA TRANSICION

Desde el término de la guerra, Fuencisla viene realizando las necesarias transformaciones inversas para convertirse de nuevo en la pacífica ciudad que antiguamente era, cuando silbaba el panadero al olor horneado de sus panes y las calles asistían a las conversaciones de cada hijo de vecino.
Así volverá a ser, y para que los valores civiles prevalezcan de manera indubitable sobre el actual comportamiento político-militar, es muy necesario abandonar esas extendidas costumbres como los desplazamientos en zig-zag o el encañonamiento preventivo, por poner tan solo algunos ejemplos ilustrativos de las muchas y diferentes actitudes hostiles que se pretenden erradicar cuanto antes de nuestros campos tan blancos como ondulantes.

Esta misma tarde, el comandante Buenavista se entrevistó urgentemente con la alcaldesa en funciones, Purificación Nieves de Santa Gadea, con objeto de efectuar un traspaso de poderes e impulsar estos necesarios cambios, aunque no fue posible realizarlo de inmediato por haberse perdido la vara de mando de la alcaldía, ya tanto tiempo sin utilizar.
Al parecer, Doña Purificación, cedió el símbolo honorífico a un sobrino suyo que debido a un esguince de tobillo lo necesitaba para poder caminar, por lo cual el verdadero alcalde de Fuencisla durante todo este tiempo había sido el muchacho y, por tanto, a quien le correspondía regir los destinos de la ciudad de ahora en adelante.
El joven sobrino, Luis Felipe de Peláez, al parecer, buen salteador de huertas y corrales en su infancia, pese a la pequeña merma física que momentáneamente padecía, seguía practicando anónimamente estas actividades y otras no menos arriesgadas. De difícil localización y condición trotera, fue visto por última vez emboscado en las afueras e integrado en uno de esos grupos fuencislenses que todavía pululan y han optado, durante esta etapa de transición, por realizar tropelías nocturnas que, básicamente, consisten en procurarse una alimentación saludable en esta época de restricciones a partir de la apropiación de haberes.
El futuro gobernante se daba buena maña en las retiradas a traviesa campos y con la ayuda de tan noble apoyo, el bastón de mando, conseguía aventajar a más de uno de sus compañeros. Sentía especial debilidad por las jugosas sandías de pulpa roja, las cuales reconocía al tiento y, aunque prefería el consumo tranquilo en el mismo campo de crianza, no hacía ascos a su transporte bajo el único brazo libre que tenía en caso de apuro.
Era, el muchacho, como se ha podido vislumbrar, un hombre con capacidad de acción, adaptación y diversión, amigo de sus amigos y primo hermano de sus propios primos, que muy bien sería capaz de asumir las tareas para las que el sabio destino lo había seleccionado, así como si le hubiese asignado cualquier otra función por grande, mediana o reducida que ésta fuese.

Pese a la magnífica personalidad que atesora D. Luis Felipe, que había servido lealmente como artillero cargador en la terminada contienda, la cúpula militar todavía sentía dudas.

Como todos sabemos, la transición de un régimen autoritario a un sistema meramente civil de libertades controladas es mucho más complicada que su opuesto y los responsables militares meditaban sobre la forma, maneras y metodologías aplicables en este caso para garantizar el éxito, máxime conociendo las aficiones y la poca experiencia del Excelentísimo Señor Alcalde en este tipo de coyunturas.
Aunque, como se ha dicho, las dudas eran muchas y variadas, el comandante siempre tuvo muy claro tanto el lugar, como la hora exacta en que debía llevarse a cabo la transición: Plaza Mayor, a las cinco en punto de la tarde.

Nos hallábamos, por tanto, ante una transición única y definitiva. No existirían ni diferentes etapas, ni compases de espera, sino que la operación se realizaría a la de una.
Dado el peligro y la emoción que concurren en este tipo de empresas, se decidió que el Tambor Mayor de la Banda Armada de Cornetas de Fuencisla ejecutase un redoble tamboril a la manera circense durante la ceremonia. De esta manera se conseguiría un clima de recogida expectación para solicitar la atención del pueblo llano que , de aquí en adelante, debe ser el principal actor tanto de éste como de cuantos sucesos vengan a producirse para fortalecer nuestra futura y jovencísima unidad cívico-municipal.

Una vez que el alcalde adquiriera los poderes constituyentes emanados del propio pueblo, los cuales se alcanzan mediante una exposición lo suficientemente duradera a las populares ovaciones y con presencia auxiliar de las autoridades castrense y religiosa, cada identidad militar dará paso a la correspondiente civil, por el mismo fenómeno de transmutación.

Los asesinatos, saqueos y abusos de toda índole, tan habituales en las contiendas militares, habrán de dejar paso a una conducta cívica ejemplar donde los buenos días y los conocidos apretones de manos con sonrisa franca, fruto del bienestar, llenarán de armonía las amistosas relaciones que deben reinar entre buenos conciudadanos.
El cuartel de Fuencisla se transformará en un tranquilo pueblo turolense donde los polvorines serán sustituidos por almacenes y las garitas de vigilancia por quioscos donde cada mañana se vendan prensa, tabaco y surtido de chucherías.

Ésta será la manera en que se realizará el traspaso de poderes. La fecha será decidida por la superioridad cuando lo estime oportuno, que ha de ser más pronto que tarde pues, como las noticias vuelan, Luis Felipe Peláez, alcalde electo de Fuencisla que Dionisos guarde, pronto conocerá la llamada del destino y como fuencislense de bien, sacrificando su propio interés personal en beneficio general, iniciará su campaña de aproximación a sus convecinos, los cuales, conociendo su historial y todavía en periodo de hostilidad militar, podrían recordarle su pasadas hazañas en lugar de atender a sus nuevas intenciones o a su futura dignidad.

¡Fuencisla, sincera y prudente, transita con brío por estas difíciles rutas que en estos días te ha tocado caminar!. Esfuerza tu corazón y el de tus gentes para que las transmutaciones necesarias se realicen conforme al sentido común, sin que se tenga que lamentar ningún incidente, aunque fuera de histórico y memorable recuerdo.

3 comentarios:

Vitore dijo...

La verdad es que estas crónicas de Fuencisla enganchan. Esta última te ha salido especialmente ágil y brillante. Estoy por hacerme un librito con todas ellas :)

Un abrazo, compañero.

Jobove - Reus dijo...

si tienes un momento y quieres pasar, gracias por todo

Mar dijo...

¡un documento gráfico es lo que esta crónica necesita!