LA LAGUNA DEL ARQUILLO
A la laguna se puede llegar cómodamente desde Masegoso, pero yo, entonces ignorante, lo hice por la carretera de El Zoiro y Cerroblanco que, más adelante, se convierte en un camino bacheado solo recomendado para 4x4 pero que, como pudo, tuvo que recorrer con bastante excitación mi Renault-19.
La laguna está virgen, rodeada en un primer nivel por cerros en roca viva que le proporcionan umbría casi continua durante todo el día y, en un segundo nivel, por una maraña de juncos imposible de traspasar sin herramientas. Solo pequeños caminitos seguramente practicados por pescadores de cangrejos llegan hasta el agua.
La laguna está tranquila y quieta. No hay patos, ni se ven peces, solo la horizontalidad cristalina del agua en calma.
Te puedes sentar frente a ella y disfrutar de una laguna salvaje únicamente para tí. Los movimientos se hacen más lentos. se respira más hondo y más despacio para aclimatarse a este lugar único que te acoge en su paz y te absorbe.
Está claro que eres el único ser independiente de la laguna aunque ya formas partes del paisaje como un matorral más que solo se balancea por dictado del viento.
Al oeste, hay un grupo de cuevas donde, al parecer, se han descubierto pinturas rupestres levantinas. Me acerco hacia allí para intentar observarlas. En las cuevas, que en algún tiempo no muy lejano han estado habitadas, hay restos de muros y las vistas de la laguna son maravillosas.
En las paredes, en lugar de pinturas rupestres hay pintadas mal hechas contra la roca del estilo: "Roque 1997". Sigo con cuidado entrando en cada cueva para encontrar estas famosas pinturas primitivas pese a que la linterna la tengo en el coche. Pienso que muy bien pudiera haber alguna serpiente en el suelo oscuro que piso. En ese momento me llevo un susto de muerte.
En efecto, no soy el único que ha estado contemplando la laguna. En el interior de la cueva más profunda, tranquila y callada, hay alguien: una cabra negra.
Si no hubiera sido por la serenidad del animal, hubiera soltado un grito desgarrador como mínimo.
La cabra me mira. Nos miramos despacio y dejo de buscar pinturas, dejo en paz la casa donde vive esta cabra descarriada, escapada o perdida, con intención o sin ella, del antiguo rebaño.
1 comentario:
Sigue contando tus aventuras, que me gustan mucho!
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