BELEN
Un día apagué la luz a las 20:04 (9 minutos tarde) y Belén había desaparecido. Como nunca existió no llamamos a la policía (llevan palos, me parece) y tampoco nos ocupamos en buscarte, ni siquiera yo mismo que, en realidad, era el más únicamente afectado.
Como te ibas para siempre me subí un poco para despedirte. Desde arriba, Belén, la triste, la silenciosa, la que yo amaba, sobre todo cuando ladraban perros, parecía un muñeca rusa mía hueca.
Ahora, en cambio, sí que te busco por las paredes de las huertas como si hubieras sido una mariposa.
Si no te hubieras ido sin despedirte, no estaría tan preocupado, ni me apartaría de las aceras, mientras me hago yo mismo tus reproches.
Nunca fui a esperarte a la estación por la que te traían en vilo, como si no tuvieras piernas. Ya ves, a ti, que aunque no te llames en verdad Belén siempre te han sobrado piernas para mi y para mis pequeños dientes.
Ahora que no vienes, ya ves, tampoco me ducho, pero me acerco casi todos los días, a la hora del anochecer, para verte convertida en otras que, aunque sean reales, mueven las caderas con un movimiento marítimo tuyo, de un modo que a veces me recuerda al modo en que tú, Belén, te reías fingiendo.
Porque tú, aunque tuvieras frío en las cejas o en las orejas, ya no me acuerdo, te reías bastante a gusto, sobre todo conmigo, que te miraba sin comprender como repirabas rápido riendo.
¡Qué gracia!
1 comentario:
Acaso tienes una fotografía de una rosa negra a la luz del día o a la luz de spot?
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