domingo, marzo 04, 2007

BATISTE, LEONA DE CIRCO


En un circo que viajaba por el sur trabajaban tres leones, de los cuales uno era ciego. Es decir que, aunque era igualmente feroz que sus compañeros, tenía la ventaja de no ver la sangre de sus víctimas. Por todo ello, era muy aplaudido.
En una función en la que ya se había comido a varios payasos disfrazados de serpientes, el domador le dijo con su vara que tenía que saltar sobre un anillo rodeado de fuego y el león, pese a su enorme tamaño, empezó a sentir el miedo que se siente en las noches que son demasiado oscuras cuando estamos solos.
El domador que además iba provisto de un puñal por si acaso, restalló su látigo justo sobre la frente del león advirtiéndole de que esta vez no podría ni siquiera salir corriendo.
Batiste, que así se llamaba el león ciego, movía las garras en el vacío con la esperanza de atrapar de un zarpazo afortunado la vara, el látigo o al domador mismo y hacer con él lo que tantas veces hacía cuando tenía hambre y alguien se encontraba cerca. Pero esta vez estaba perdido.
Tenía tanto miedo que tuvo que saltar como si, en vez de ser un león del circo, fuese un nadador y si, en lugar de haber fuego, hubiera una piscina, con tan mala suerte que el fuego prendió en su melena, por siete años sin lavar ni peinar.
El domador, como si fuera Tarzán, sacó su cuchillo y con ágiles golpes de peluquero dejó perfectamente calvo al pobre león librándolo del fuego.
El público estalló en una gran ovación, pensando el león que había devorado varios domadores con sus respectivos látigos, pues nunca habían aplaudido tan fuerte como, bajo la carpa de aquel viejo circo, aplaudieron aquel día.
Eso sí, notó que, desde entonces, se produjo un notable incremento de sus labores circenses.

1 comentario:

Dammy dijo...

Es que hay que ser muy valiente para ser domador de leones... Y más teniendo en cuenta que los felinos son los animales menos domesticables que existen.

Un blogbesico.