jueves, marzo 29, 2007

LOS SUEÑOS VIVOS

Tengo un pequeño problema algunos años sin resolver. Cuando duermo, yo, a la vez, también estoy despierto. Por eso no me gusta dormir y muchas veces tengo que estar mirando las ventanas o las sombras de los árboles, disimulando, hasta quedarme dormido de verdad, de puro cansancio.

Si cierro los ojos sin más, enseguida empiezan a aparecer sueños que intentan atraparme. Algunos son inocentes y no hay que temer nada de ellos, pero otros vienen con la respiración entrecortada haciendo girar sus imágenes, como si fueran de una noche distinta que quiere tomar vida.

Por eso me gusta dormir en los trenes o en las conferencias, incluso en los parques, rodeado de gente, de ruidos y de muchachos molestando con bufandas a rayas. Las voces y las conversaciones ajenas mitigan la efectividad de los sueños invasores. Si algún extraño recuerdo salta del sueño, la realidad está ahí para poder salvarte.

Hay muchos soñantes como yo, empiezo a reconocerlos al coincidir en nuestros lugares de descanso. Hay que vigilar el número de durmientes en los alrededores. Quizás, sin estas precauciones, algún día completemos el aforo de una conferencia sobre “El futuro de la política dentro de la sociedad del bienestar” y, entonces, nadie pueda salvarnos de perdernos en cualquier sueño fagocita de cambio de narices según las proporciones grecorromanas.

Podría darse el caso que, una vez instalada tu propia nariz en la cara de un catador de vinos, por ejemplo, pensara ella que había nacido para ser una nariz especialista en los aromas inherentes a la denominación de origen Cariñena y fueran inútiles todas las súplicas posibles para hacerla volver.

Perder la nariz es lo mínimo que le puede pasar a un soñador diurno descuidado. Conozco el caso de un compañero que acabó matriculado en un master sobre Etapas del Desarrollo Corporal y, a partir de entonces, se ha convertido en el preparador físico de cuantiosos deportistas de élite, incluidas ciertas presentadoras de moda sin celulitis, aunque, eso si, ahora ha dejado de soñar despierto, por lo menos.

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