jueves, marzo 22, 2007

SUEÑO NACIONAL


Enseguida se dio cuenta que ese sueño era peligroso. Para despertarse pronto activó la alarma de su reloj de pulsera que marcaba: Jaén, 25 kilómetros. No sabía que en los sueños no funcionan los despertadores.
Los habitantes del sueño eran en su mayoría prestidigitadores en sus dos especialidades más comunes: reconstrucción de periódicos y lanzamiento de cuchillos.
Le tranquilizó encontrarse tan cerca de Guarromán, así, si las cosas se ponían feas, podía tomar La Sepulvedana, en lugar de andar buscando pensión a horas intempestivas.
Se echó un cigarro a la boca para ir matando el tiempo (como si en los sueños existieran horarios) y cuando lo terminó se puso a pasear impaciente como en la consulta de un médico, en este caso ambulante, de ambulatorio. En efecto, tras un rutinario reconocimiento le diagnosticaron robo con fuerza. ¡Robo con fuerza!, nada menos. Estaba a punto de entregarse, cuando los demás pacientes (todos ellos prestidigitadores, gracias a Dios, especialistas en reconstrucción de periodicos) le dijeron que no había por qué preocuparse, ya que ese doctor era muy aficionado a los bajos fondos y casi siempre recetaba lo mismo.
Para iniciar el tratamiento se lo llevaron en una silla de ruedas hacia la plaza donde hacían su reaparición Islero y José Tomás. El primero de riguroso negro y el segundo de grana y oro.
Él era partidario de Islero pero, al jugar en casa, J. Tomás tenía muchos más simpatizantes, algunos de ellos tan exaltados que exigían la devolución al corral del magnífico ejemplar o incluso que le cortaran las dos orejas, ¿con qué iba a oir los aplausos, entonces?, me preguntaba yo en silencio.
José Tomás pidió un voluntario entre los asistentes para que le sujetara los estoques y le fuera suministrando el resto de instrumentos punzantes de tortura. El presidente sacó un pañuelo verde oscuro que significaba claramente que era yo mismo quien iba a desempeñar las funciones de mozo de espadas. Cuando me disponía a saltar al ruedo, empezaron a sonar los clarines de cambio de tercio y como eran las siete y media de la mañana me fui a trabajar sin dilación despues de darme una ducha con agua templada para eliminar el sudor frío.

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