lunes, marzo 19, 2007

LA PRESA

A veces Juan José no tenía nada que decir, entonces, si era domingo por la mañana, se iba a la plaza Mayor y se ponía a hablar de lo primero que se le ocurría con el primero que se encontraba. El sol calentaba los bancos de granito y el bullicio se instalaba ritualmente, sobre todo después de la misa, en el centro del pueblo, tanto con el corretear de los niños, como en el interior de las diversas tabernas atestadas.
Era evidente, para Juan José, que nadie de los allí presentes tenía absolutamente nada que decir y, menos aún, nada que hacer, por eso habían ido, como él, a pasar allí la mañana. Todos juntos, en compañía, se sentían menos desocupados y desprotegidos.
Quizás, alguno habría que la noche anterior hubiera estado devanándose los sesos con alguna cosa entre manos pero, conocedor de que nadie le haría ningún caso, se guardaba sus inquietudes para sí mismo.
Un pueblo así, lógicamente, estaba abocado a una urgente desaparición por atrofia o inanición, pero no era éste el caso del fuencislense que, tras largas etapas de ancestral evolución, cuando no tenía nada que decir y, menos aún qué hacer, se inventaba ciertos fabulosos acontecimientos con tanta maestría que, a los ojos de un extraño, se diría que la capacidad emprededora de aquel poblado bastaría para asegurar el progreso de una nación entera durante, al menos, varias legislaturas.
A Juan José, aquella mañana de domingo, se le ocurrió imaginar la necesidad de construir una presa en la ladera sur del cerro Collado, llamado así por la ausencia enfermiza de cualquier tipo de materia vegetal. Estaría alimentada por los caudales de los arroyos Molino y del Cura y, aunque modesta y de pequeño tamaño, bastaría para paliar la habitual sequía veraniega que se padecía, además de servir como lugar de esparcimiento, dada la profusión de carpas dentadas y barbos en la zona y la grandísima afición pesquera que atesora Fuencisla . A su interlocutor, Felipe Solís, que casualmente era hijo de un acaudalado hortelano, le pareció aceptable la magnífica idea siempre y cuando, en primavera, se utilizara para el riego que tanta falta le hacían a los pimientos, hecho totalmente intrascendente para el promotor y, por lo tanto, vehementemente aplaudido y aceptado.
A la semana siguiente, El Pregonero de Fuencisla, periódico local, se hizo eco de la prometedora noticia, propagándose los primeros rumores que fueron in-crescendo hasta organizarse una gran manifestación de protesta a cargo de los propietarios afectados por expropiación, la cual no llegó a celebrarse debido a la presencia del Teniente de la Guardia Civil por los alrededores del lugar desde donde ésta debía partir.
La Asociación de Amigos de la Presa de Santa Gadea, llamada así en honor a la patrona de Fuencisla, ha decidido mantener reuniones quincenales para impulsar el proyecto. Se encuentra formada por un miembro honorífico y cuantro miembros fundadores. En total cinco destacadas personalidades, a saber: Juan José, el promotor de la idea, Felipe Sólis, en representación de la Cooperativa de Horticultores, el señor cura párroco como Presidentede Honor, el aparejador municipal, que se encargará de los detalles técnicos y el industrial Jacobo de Lope, propietario del único almacén de materiales de construcción de la localidad.
El director de la Caja de Ahorros, visiblemente atemorizado, ha declinado amablemente la invitación.



Detalle de la ceremonia de colocación de la primera piedra (y hasta ahora única)
de la presa de Santa Gadea. En primer plano los miembros de la Asociación, acompañados
por la sobrina del presidente. Al fondo, el pueblo expectante.

1 comentario:

Mar dijo...

si es que no hay como tener ideas, aunque a veces se olvida que tienen que ser "buenas"